Primera conversación con mi hijo

Bienvenido al mundo, Marcos. Tengo tantas cosas que decirte que no sé por dónde empezar.

Lo haré felicitándote. Sí. Has tenido la suerte de nacer en un lugar en el que tendrás oportunidades. Hoy habrán nacido en el mundo miles de pequeños como tú, pero muchos de ellos, demasiados, lo han hecho en cualquiera de los numerosos lugares del mundo en los que por diversas razones, guerra, miseria, o ambas – porque donde hay guerra hay miseria – tendrán que crecer luchando a diario por la supervivencia. Sus padres harán lo que esté en sus manos para ayudarles, pero en un entorno hostil disponen de pocas herramientas. Muchos morirán desnutridos en poco tiempo, otros crecerán rodeados de violencia y algunos, siendo aun niños, se verán con un fusil al hombro con el que tendrán que enfrentarse a otros niños como ellos; cuando lo único que les diferenciará será haber nacido en un territorio distinto. Habrá niñas que serán sometidas a la terrible mutilación genital. Otros padecerán horribles enfermedades por no disponer de agua potable o de unas condiciones sanitarias básicas.

Has tenido la suerte de nacer en Occidente, pero eso no significa que tu vida vaya a ser fácil, aunque bien es cierto que partes de una situación de clara ventaja con respecto a la de ellos.

En casa vas a encontrar el cariño incondicional de tu madre y mío. Es también una desgracia relativamente frecuente nacer en el seno de una familia en la que la violencia y la falta de los más elementales valores de convivencia sean lo habitual. Eso pasa también aquí.

Vas a tener cariño, pero eso no significa que vayas a tener todos los caprichos que se te antojen. Lo hemos hablado y tenemos claro que te diremos “no” muchas veces, y tendrás llantos y pataletas, pero de este modo serás consciente de que alcanzar un objetivo requiere un esfuerzo. En un futuro más lejano nos lo agradecerás.

Somos los responsables primeros de tu educación, que se verá complementada con la que recibas en el colegio. Allí aprenderás a relacionarte con otros niños, adquirirás conocimientos en muchas materias y te inculcarán determinados valores. Hay que tener en cuenta que esos valores habrán sido seleccionados por unas personas de manera interesada, es decir, pretenderán que te formes como el tipo de ciudadano que a ellos les convenga. En casa también te hablaremos de valores, con la diferencia de que trataremos que sean aquellos que consideremos más universales y útiles para tu futura vida adulta. Tú ya los irás matizando a medida que vayas creciendo, porque lo fundamental es que desarrolles un espíritu crítico. En la época en la que has venido al mundo tendrás a tu alcance cantidades ingentes de información que tendrás que cribar para ir formándote adecuadamente.

Tan humano es idealizar como razonar, pero nunca encierres tus ideales tras un muro impenetrable. Escucha a los demás. Ten en cuenta sus argumentos antes de pronunciarte, tal vez te demuestren que estás equivocado y el reconocimiento de tu error no será un acto indigno sino todo lo contrario, lo será de grandeza. Ahora bien, desconfía de los demagogos que intenten influir en tu pensamiento a través del fanatismo, argumentando no mediante razones sino por medio del eslogan y de los lugares comunes, y tratando de convencerte de que ellos poseen la verdad absoluta. Aléjate de ellos lo antes posible. Son muy numerosos, y son lobos con piel de cordero en el mejor de los casos. Si eres un pensador libre serás un hombre libre. Por el contrario, si te sometes a un dogma siempre serás su esclavo.

En el edificio de tu vida serás tu propio arquitecto. Nosotros te ayudaremos a asentar los cimientos, pero su construcción y posterior conservación será responsabilidad exclusivamente tuya.

Sembrar odio sólo conduce a cosechas estériles y problemáticas. Confío en que no lo harás. La convivencia entre las personas no es sencilla, pero cuando se consigue es una de las más gratificantes experiencias que existen.

Sé que no has entendido ni una palabra de lo que te he dicho. De hecho, tras las primeras frases de mi discurso te has quedado dormido en mis brazos. Tampoco lo pretendía. Pero sé que puedes percibir el afecto con el que te he hablado. Tu madre ha seguido con atención mi monólogo y no me ha interrumpido, supongo que porque en líneas generales está de acuerdo con su contenido.

Bien, ya no te canso más. Duerme tranquilo.

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